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Paseos
Margarita, Edo. Nueva Esparta
Marzo 2014.

Todo comenzó un miércoles cuando mi hermana me dice: “deberíamos hacer un viajecito en moto, por cierto, ¿sabes que me suspendieron las clases hasta la semana que viene?”. Yo, recién llegado de la Gran Sabana (link) me entero que también me suspendieron dos reuniones que tenía esa semana. Hora: 11.00am, ¿Será que le pedimos el apartamento a mi tía y nos vamos a Margarita? ¿Será que le damos? 10 segundos de análisis y… Vamonos!!!!
Son las 11:05am, llamo a un gran amigo mío que vive en Puerto La Cruz para consultarle como es el tema de los pasajes. Me dice “vente tranquilo que hay un ferry que sale a las 4pm y no estamos en temporada, así que seguuuuro te montas” (ya me imagino que saben lo que pasa a continuación). Sacando cuentas, todos sabemos que PLC está a 4 horas de Caracas, por lo que teníamos que salir ya. Le digo a mi hermana, vámonos pero nos tenemos que ir ya!, voy calentando la moto.
Yo nunca había viajado con parrillero. En su lugar, había amarrado mi gran maleta “Bass Pro Shop” de 15$ (motivo de gran burla entre mis amigos moteros). Para esta ocasión no sabíamos cómo íbamos a hacer porque literalmente no teníamos espacio a donde amarrar nada, por lo que una mochila fue la gran solución. Mi hermana, quién estuvo en África haciendo labores sociales, compró para ese viaje una mochila gigante que nosotros en la casa echábamos broma comentando que ahí cabe hasta mi mamá. Por supuesto, esa fue la candidata. Empezamos a meter las “dos tonterías” que íbamos a llevar para el viaje y la mochila, no sabemos cómo, terminó full. En pocas palabras, era tan grande, que éramos 3 personas en la moto.

Hora: 11:45am, moto caliente, mochila hasta los “teque-teque”, suspensión ajustada al peso, adrenalina a la mil y las emociones de un viaje entre hermanos no cabían en nuestros cuerpos. Finalmente partimos.
5 minutos más tarde, por la Autopista de Prados del Este en plena Caracas, mi queridísima hermana me dice que no aguanta la “mochila de las mil maravillas”, “que está muy pesada” y que la posición de la misma le incomoda. El tiempo corriendo y con la confianza entre hermanos viene el típico comentario mío de “yo te dije que no metieras tantos peroles, tenemos el reloj en contra, tenemos que darle, nos paramos por ahí más adelantico y acomodamos eso”. Para este punto si podemos decir que el viaje comenzó.
12:00pm, chaquetas cerradas hasta el cuello, 3 personas en la moto (mi hermana, “la mochila” y yo) tráfico caraqueño y finalmente la autopista en frente. Sinceramente no sé cuantos grados podían estar haciendo, pero se sentían como 300 aproximadamente.
Ya pasada la salida del Guapo, decidimos pararnos a acomodar “la mochila”, decidimos que lo mejor era llevarla como un “peso-muerto” acostado en las piernas de mi hermana, entre ella y yo (de ahora en adelante se llamará “el muerto”). De esta manera llegamos hasta Píritu, donde echamos gasolina y le dimos derechito hasta la estación del ferry.
3:46pm finalmente llegamos a la estación del Ferry. Molidos del cansancio, con calor y dolores, no nos habíamos terminado de bajar de la moto, cuando un guardia, gordo, soplándose aire con una especie de cartón, nos mira y nos dice el clásico “no hay pasajes”. El “amistoso” individuo, no sabía que queríamos, a donde íbamos, o en cual Ferry nos queríamos montar, el solo con gran satisfacción nos continuaba diciendo “No hay pasaje”. Efectivamente, después de preguntar en el mostrador, no había pasajes para las 4, sino para las 8. Compramos los pasajes y nos dirigimos de una para la cola a esperar ahí las 4 horas. Llamamos a mi gran amigo, el de “seguuuuro te montas” y riéndonos decidimos compartir la tarde en la cola del Ferry, el cual siempre, llegues a la hora que llegues, te sale calarte tu “cola del ferry”.
Después de una increíble tarde de pizza y cuentos sentados en la calle los 4 (mi hermana, el muerto, mi amigo y yo) nos toca subir la moto al Ferry. Yo, como buen maniático que soy, previniendo que no tuviesen cinchas para amarrarla, llevé las mías (altamente recomendado). Cuando monto la moto, el encargado de dirigir el tráfico en el Ferry me dice “párala por allahh que yo te la amarro”, educadamente le contesto que yo tengo mis cinchas y que yo amarro mi moto, lo que menos me iba a imaginar es que se iba a molestar porque entonces todas las otras motos iban a querer amarrarlas cómo yo estaba amarrando la mía y no como el las amarraba. Después de 20 bolos me dejaron a amarrar mi moto. En este momento mi hermana estaba arriba “coronando unos puestucos”. Termino de amarrar mi moto, subo con la chaqueta, koala y el muerto, encuentro a mi hermana y finalmente nos sentamos en “El Ferry”. Ya sé que para éste momento deben estar cansados de la lectura. Yo en ese momento lo estaba, y escribiendo ésto lo estoy jejeje.
Llegamos a Margarita.

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No me queda más nada que decirles que: que sabrosa es la Isla! Disfrutar del sol, la playa, la familia, el “no hablar de política” de verdad que hacen falta de vez en cuando. Pasee desde el Yake hasta Playa caribe y Juan Griego. Excelente rodada.
Para la vuelta, Mi hermana, por mutua decisión, se regresó en carro. Yo me regresé rodando tranquilo y sin novedad
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